Sunday, April 25, 2010

Día 2

Mi nombre es...

Mi nombre es Chad. Sí, mi nombre es Chad y soy de los Estados Unidos. Sí, es cierto, pero no es la verdad. Soy hombre, pero no soy. Soy una persona del mundo, pero no soy. ¿Quien soy?

Me despierto en el cama, Tyler se situá al lado de mi cama y Pierce está más allá de él. No tengo alarma, solo tengo la luz de la madrugada y el ruido de las calles. Es seguro que los nicaragüenses están despiertos. Pero, Dios mío, hay demasiada luz. ¿Qué tiempo hace...? no, no, no. No quiero saber el tiempo: hace sol. ¿Qué hora es? Sí, sí: ¿qué hora es? Serán las diez de la mañana y nadie me despertó.

Dónde está mi celular: son las seis y media. No te preocupes, Chad.

Me levanto, camino al baño y me ducho. Tengo miedo que el agua va a resbalar por la garganta y estaré enfermo para la duración del viaje. Pero no, estoy bien. Lo miro a Tyler después de ducharme y lo despierto.

- ¿Qué hora es? - refunfuña

- Son las siete. ¿Quieres desayunar?

- Claro – dice por los ojos estrábicos. Él se ducha mientras Pierce se despierta. Cuándo estamos listos, salgamos al restaurante del hotel para desayunar. Allí tienen los huevos revueltos, los plátanos, arroz con frijoles y salsa y un frutero. En el restaurante no hay nadie con la excepción de los camareros. Somos los primeros de despertarnos. En seguida, la Profe entra por la puerta y se sienta. Hablamos con ella y nos dice que debemos probar el café.

¡Qué solicitación! ¡Qué rico es el café de Nicaragua! En este momento quiero abrazar a la Profe a causa de me mostró la gran invención de café nicaragüense.

Todos los desayunos se establecían así: despertarme, recordarme que estaba en Nicaragua, ducharme, prepararme para el día, desayunar con el café y, entonces, reunirnos al frente del hotel. Y en el día número dos fuimos a la casa de Enrique y tomamos una clase de fotografía por tres horas.

Enrique era una hombre de una mirada colonizada. Era de España con una conciencia de derecho. Era el opuesto de las ideas de Casey Blankton, que un viajero tiene el deber “of faithfully rendering the foreign into familiar” (1). Enrique miraba a Nicaragua como un país salvaje, con la gente salvaje y una cultura salvaje. No podía “look through a train window at dusk” (Glaser 51), no podía ver la tierra como “that moment when our own reflection is superimposed on the world outside” (51). En diez días yo podía superponerme en la tierra de Nicaragua. Sin embargo, después de bastante años Enrique no podía limitar su mirada colonizada.

Al fin de la clase, regresamos al hotel para prepararnos para almorzar con Claribel Alegría. Tenía la ansiedad de encontrarla. Claribel Alegría, hoy en día, es una poeta muy popular de Nicaragua, o sea, en Sudamérica. Fue un momento muy similar al momento de que Luis Sepúlveda encontra Bruce Chatwin en España (85). Yo tenía muchas preguntas – ¿cómo se prepara para escribir... qué influye... por qué escribe... cómo puedo hacerme un escritor? Pero tenía miedo, y el problema estaba que no podía hablar con ella porque estaba situada al otro lado de la mesa. Si quería decirle algo, necesitaba gritar a través de la mesa. Pero necesitaba saber cómo podía llegar a ser un escritor.

Graciosamente vino la hora para caminar hacia ella para que pudiera firmar mi libro. En este momento la dije – quiero ser un escritor. Mi pasión se representa en palabras, en las hojas de papel. ¿Cómo puedo ser un escritor como usted?

Ella me dijo, nunca olvidaré que me dijo – necesitas leer. Leer y leer y leer. Lee García Marquez, Darío y Borges. Buena suerte, hijo.

Pensaba – Necesito leer. Sí yo leo, pero necesito leer a los que saben, mejor que alguien del mundo, la condición humana. Y más que la comprensión, la habilidad de escribirla.

Pude abrazar a Claribel. Entonces, sí abrasé a Claribel.

Durante la noche, fuimos al Super para comprar Flor De Caña, el ron más rico de todo el mundo. Tyler y yo lo bebíamos y a mi novia le mandé una carta electrónica en la habitación de los computadores y entonces me acosté. Durante la noche soñaba con los escritores más populares hispanoamericanos, soñaba con las palabras de Claribel, y soñaba con una vida alegre.

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