Wednesday, April 28, 2010

Escritura creativa número 3

Al principio hubo cinco, no obstante los tres siguieron después. Fue la Ciudad Celestial de la que huían, y eran los cinco: Raúl, el líder, Juana, la mente detrás de la operación, Angélica, la navegadora, Francisco, un borracho y Simón, la fuerza y la mano derecha de Raúl.

La idea empezó cuando Raúl le dijo al grupo - Hay demasiada dulzura aquí en la Ciudad Celestial. Toda la gente, cada día, me pregunta ‘puede hace algo para ti, necesitas algo, lo he hecho para ti, etcétera, etcétera.’ Oigo que hay una tierra más oscura al sudeste.

- ¿Es demasiada oscura? – Juana le dijo – No lo quiero si es una tierra de la muerte…

- O estás conmigo o estás contra mí – Raúl le dijo – ¿cuál quieres, Juana? O alguien, de hecho ¿cuál quieren?

El grupo se quedó en silencio. Nadie quería hablar en contra de Raúl porque todos querían salir la tierra tan pronto como los otros. Y, por eso, el viaje empezó.

Después de planear el viaje, ellos recogían sus macutos, con la comida, la ropa que pudiera caber, y las herramientas que eran fundamentales. Entonces, empezaron el viaje con mucha aprensión y mucha emoción.

Tan pronto como el grupo empezó el viaje, la aprensión desapareció. Se encontraron en las Montañas Deliciosas, y se sentían que el viaje iba a ser muy fácil. Durante su viaje por las montañas, el único obstáculo que necesitaban hacer fue comerlas. Eran como magdalenas, y lo que pareció como la nieve sólo fue el glaseado. Al final del viaje por las montañas, el grupo tuvo los estómagos llenos y necesitaban tomar una siesta y luego empezaron el viaje otra vez. Después de pasar por el Monte del Inocente, encontraron la Llanura de la Tranquilidad. Y la que gente estaba por allí. Era una gente muy agradable, pero muy práctica también. A Juana la Llanura de la Tranquilidad le pareció la tierra más agradable. A ella, todo le parecía tan mesurado: la gente, la cultura, el espacio y las interacciones; la gente se sentó y jugaba a las cartas mientras que los niños jugaban al partido de fútbol. Sólo una persona le preguntó cómo estaba, pero fue a causa del hecho que esa persona en la Ciudad Celestial vivió anteriormente. Sin embargo, con motivo de la pregunta, Raúl les dijo que necesitaba menos dulzura que la de la Llanura de Tranquilidad.

- No – Juana le dijo – quiero que nos quedemos aquí. La gente es muy agradable aquí, no están llenos de dulzura como en La Ciudad Celestial.

En seguida, Raúl levantó la mano y le dio a Juana un golpe en el medio de la calle como un golpe decisivo. Todo paró a excepción de los de la ciudad. El grupo le miraba como si fuera un fantasma.

- Juana – le dijo Francisco por los eructos llenos del olor alcohólico – ¿estás bien?

- Sí, está bien, Francisco – Raúl le contestó mientras que Simón le impidió tocarla – y nadie lo dio ayuda... ¿óiganme?

El grupo dio el consentimiento para la pregunta. Juana se levantaba con la ansiedad de una presa, pero se estableció a los pies. Los otros siguieron Raúl para buscar una habitación mientras que Angélica se quedó con Juana.

- Soy la navegadora – Angélica comenzó.

- Sí, yo sé – Juana le contestó.

- Más tarde en nuestro viaje, hay una ciénaga. Antes de que le encontremos, voy a fingir que estamos perdidos y sugeriré que Raúl y Simón deba buscar otra ruta en la dirección de la ciénaga, mientras que regresamos tú, Francisco y yo a La Llanura de la Tranquilidad.

Pasaron la noche en silencio. Nadie miraba, pero nadie estaba durmiéndose. Juana se quedó con los pensamientos de matar a Raúl, mientras que Raúl estaba pensando sobre su meta; Angélica estaba pensando en el plan de la navegación y Simón estaba perdido en los pensamientos de su lealtad a Raúl. Y durante todos los pensamientos del grupo, Francisco se sentó en su cama con su botella de aguamiel de este año: 1411.

A la madrugadaa Raúl lo despertó el grupo para prepararlo para el día. Primeramente, Raúl quería salir porque el grupo era demasiado lento, pero se dio cuenta de que necesitaba la navegadora para llegar a su destino. De repente, Raúl se quedó. Pero el viaje continuó, y el grupo marchó hacia la Montaña de la Destrucción.

Los de La Llanura de la Tranquilidad no reconocieron que el grupo salió. Sólo estaba preocupados.

A cada paso que debe el grupo, el cielo se oscurecía. El relámpago llenaba el cielo oscuro y las colinas estaban creciendo a la mansión de Dios (si hubiera una mansión de Dios en este país). Por las sombras estuvieron los ojos de animales salvajes, como dos luces en el primer plano de la oscuridad. De cada dirección el grupo oyó los gruñidos, pero nadie sabía de dónde se venían.

Simón murmuró un gimoteo, pero la única persona que pudo oírlo fue Francisco, el borracho.

El grupo siguió por una mitad de las montañas, pero de pronto un animal salvaje se le apareció enfrente del grupo. Simón dio un chillido mientras que Raúl sacó su cuchilla y se preparó para luchar contra el animal. Los dos, hombre y animal, se establecieron en la tierra, los ojos se cerraron con una fuerza sin igual. El animal pareció listo para atacarlo, hasta que Simón empezó a correr y el animal lo persiguió.

- Vámonos – Raúl afirmó.

- ¿Salimos sin Simón? ¿Estás loco? - Juana le preguntó.

Raúl se quedó en silencio y empezó a caminar otra vez. De repente, el grupo lo siguió.

El sol nunca se mostraba durante el viaje por la Montañas de la Destrucción. Sólo estaba lo oscuro. Cuando llegó a la Colina de la Dificultad Angélica empezó a perder su dirección. Ella empezó a decir que su brújula estaba loca y que no funcionaba correctamente. Raúl la tomó y le dijo – sólo un hombre debe usar la tecnología – en realidad, no pensaba cómo usar una brújula; él se la devolvió sin saber que funcionaba perfectamente.

Antes de llegar el grupo a la ciénaga, Angélica fingía que la brújula estaba rota. En ese momento, Raúl no quería mirarla porque, en su mente, sabía que no entendía nada de cómo funcionar una brújula. Entonces, la tomó Angélica con él mientras que Francisco y Juana se fueron a otra dirección para buscar el camino correcto. Afortunadamente, Raúl se caminó el camino que se dirigía a la ciénaga, y cuando la encontraron los dos, Angélica lo empujó en la ciénaga. Raúl estaba suplicándole en la ciénaga, pero los cuerpos muertos se reanimaron y lo tomó en el agua para siempre. Por fin, Angélica se rió y se fue para encontrar a Juana y Francisco.

Cuando se encontraron, las tres decidieron que querían regresar a La Llanura de Tranquilidad para pasar un tiempo cómodos. Juana estuvo de acuerdo y Francisco igualmente. Y sin quejas ni gemidos, el grupo se fue a la Llanura de Tranquilidad donde pasó el tiempo tan cómodos hasta los últimos días de sus vidas.

FIN

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